La oficina de mujeres de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) define la violencia psicológica como provocar miedo a través de la intimidación; en amenazar con causar daño físico a una persona, su pareja o sus hijas o hijos, o con destruir sus mascotas y bienes; en someter a una persona a maltrato psicológico o en forzarla a aislarse de sus amistades, de su familia, de la escuela o del trabajo.
De la mano de la violencia psicológica, ONU Mujeres define la violencia emocional como minar la autoestima de una persona a través de críticas constantes, en infravalorar sus capacidades, insultarla o someterla a otros tipos de abuso verbal; en dañar la relación de una pareja con sus hijas o hijos; o en no permitir a la pareja ver a su familia ni a sus amistades.
Estas definiciones se ven reflejadas en la Ley Contra el Femicidio y Otras Formas de Violencia Contra la Mujer, por lo que son los conceptos utilizados por las instituciones para afirmar si una mujer es víctima de este tipo de violencia o no. Sin embargo, existe todo un contexto que debe ser analizado y tomado en cuenta al momento de determinar si existe abuso, pues las circunstancias en cada caso pueden variar.
María Guisel De León, psicóloga de la Oficina de Atención a la Víctima del MP amplía el concepto de violencia psicológica en el siguiente podcast.
Con base en lo mencionado por De León, hay ciertos indicadores emocionales, conductuales y mentales que pueden alertar a una mujer si está siendo abusada. De acuerdo con la experta, cuando la víctima duda si lo que está viviendo es violencia psicológica o no, lo primero que va a notar es un malestar profundo e inquietante; y afirma que para darse cuenta de ello, se necesita tener conocimiento acerca de comportamientos violentos que están normalizados dentro de la sociedad pero que no deberían serlo.
Lesly Martínez, defensora de la mujer de la Procuraduría de los Derechos Humanos (PDH) concuerda con lo anterior. Ella indica que “hay mujeres que ven normal lo que están viviendo y no creen que están siendo víctimas; por lo tanto, para que lleguen a poner una denuncia tiene que haber un proceso en el que primero se den cuenta que están siendo agredidas, luego que quieran un cambio y por último que comprendan los riesgos que eso implicaría debido a las amenazas que pueden llegar a caer sobre ellas”.
Entre los casos de violencia psicológica contra la mujer que más resuenan para Irma López, psicóloga y directora de Fundación Sobrevivientes, está el de una pareja en la que “él solo la dejaba bañarse una vez a la semana, porque él trabajaba fuera y a ella le permitía bañarse únicamente cuando él estuviera en la casa”.
Este tipo de actitudes y comportamientos de parte del esposo de la víctima se debían a que él quería asegurarse de que ella no estuviera teniendo relaciones sexuales con cualquier otra persona. Tal y como lo afirma López, la damnificada no sufría violencia física pero, “que no la dejen bañarse toda una semana es claramente violencia psicológica”, lo cual puede ser el inicio de un ciclo de agresión que puede escalar hasta el feminicidio.
“Todos los tipos de violencia implican la violencia psicológica porque se demerita a la persona y se le discrimina”. -Lesly Martínez, defensora de la mujer de la PDH.
Una mujer que sufre de abuso mental y emocional debe de atravesar un engorroso y largo proceso sin ninguna garantía sobre la resolución del problema o situación que vive. Parte de ello, consiste en tener que contar su experiencia de agresión varias veces ante distintos escenarios para que se pueda aceptar la acusación como violencia psicológica.
La psicóloga María Guisel De León, explica que para los profesionales de las instituciones públicas y privadas, lo primero que buscan para determinar la violencia es que exista un tiempo, modo y lugar. Esto quiere decir que la víctima debe proveer una fecha exacta, debe contar de qué manera sucedió el hecho y especificar en dónde tuvo lugar. Es con esta información que se determina el sujeto activo (agresor) y sujeto pasivo (víctima); de esta forma, se puede proceder a poner la denuncia.
Según De León, la dificultad surge en el momento de probar que el abuso sucedió en ese tiempo, modo y lugar que la víctima declaró. Es aquí donde los profesionales en psicología primero deben de evidenciar que existe una relación vinculante entre ambas partes (agresor y víctima), y segundo determinar si en ese lazo existe algún tipo de relación de poder en el que el agredido sea visto y tratado como “inferior”.
Ante la denuncia existen dos tipos de informes que se realizan para dar continuidad a un proceso penal contra el agresor. El informe que realiza la oficina de atención a la víctima del MP y el dictamen pericial que emite el Instituto Nacional de Ciencias Forenses (Inacif). La evaluación que realiza el MP tiene un enfoque victimológico, mientras que el del Inacif tiene un enfoque forense.
La trabajadora de la Oficina para la Atención a la Víctima del MP comparte que para el enfoque victimológico se realiza una construcción de todo el contexto y la historia relatada por la persona agredida, con el fin de llegar a concluir cómo fue que se generaron y ocurrieron los hechos. Posteriormente, se busca cuáles son los malestares y quejas principales del afectado, entre los que pueden estar:
Luego de este proceso el caso es trasladado al Instituto Nacional de Ciencias Forenses, donde el departamento de Psicología Forense realiza las pruebas de peritaje, con base al Manual de Evaluación Psicológica Forense Especializada, a la víctima para establecer el delito. Este análisis se considera como la prueba de mayor peso en el proceso judicial para otorgar justicia a la víctima y establecer una pena hacia el agresor. Desde el 2019 hasta abril del 2023, el Inacif realizó 48 mil 3 evaluaciones psicológicas a mujeres víctimas de violencia.